Valencia #2

Se acerca a mi mente el ruido del despertador… Es hora de seguir descubriendo Valencia.

Me desperezo en mi cómoda cama, me levanto, algo de música de fondo para comenzar con energía, peino mi pelo y pinto mi cara a lo Mecano, me visto y me dirijo antes de nada a pegarme un buen desayuno para coger las energías necesarias para este nuevo día. Como tengo un romance nada secreto con el sol y me encanta su luz en esta ciudad, decido desayunar en la terraza. Mi zumo de naranjas valencianas, obviamente, mi tostada de aceite y tomate, un poco de jamón, un kiwi y, por qué no, una pieza de bollería y a comenzar el día con alegría.

Terraza Hotel Sweet Hotel Continental. Foto @sweethotelcontinental

Ya estoy totalmente preparada para continuar mi aventura. Y hoy, voy a disfrutar de mi romance con gran amante, el sol.

 — Hola, buenos días — saludo en recepción —. Quería saber cómo llegar a la zona de #LaMarinadeValència.
 — Pues tiene varias ocpiones: puede ir dando un agradable paseo de aproximadamente 1 horita o también puede utilizar nuestro servicio de alquiler diario de bicicletas y estaría allí en menos de 20 min.
— La verdad que ayer paseé, realicé una ruta en bici… Y hoy me apetece moverme en transporte público.
— Por supuesto, también es posible. Valencia cuenta con una red de Metro fantástica, pero en este caso le recomendaría más realizar el trayecto en bus. Puede tomar el bus de la línea 4 en la Calle Poeta Querol aquí al lado y en unos 20 minutos bajar en la parada de Port – Joan Josep Sister. Y ya desde allí puede disfrutar paseando por La Marina.
 — Sí, creo que mejor esa opción. Muchísimas gracias por las indicaciones.
 — No hay de qué, para lo que necesite aquí estamos.

Me dirijo a la parada para subirme al bus, cruzar en esta ocasión por el Puente de Aragón, otro de los 19 puentes que comunican el centro de esta ciudad con la parte exterior del cauce del río. Recorro los 2 kilómetros y medio de la Avenida de Puerto contemplando una de las partes metropolitanas de la ciudad, los edificios de viviendas, los negocios abiertos, observando a los habitantes de esta ciudad realizando sus quehaceres. Y sin apenas darme cuenta, “Próxima parada: Port – Joan Josep Sister”.

Desciendo del bus y giro hacia mi izquierda, para contemplar un final de calle completamente abierto. Un imponente monumento justo en el centro de este final de avenida y su izquierda, el Edificio del Reloj. Cruzo hasta este lado y paseo unos minutos por La Marina. Hago una parada para contemplar una Pamela gigante, mientras disfruto del sol y de la brisa del mediterráneo y atisbo un edificio en la lejanía que destaca por su arquitectura.

La Marina de Valencia 📌  Foto de @visitvalencia.

Antiguo Varadero 📌  Foto de @visitvalencia.

Aminoro para contemplar el Antiguo Varadero, reconstrucción del edificio original y que es otro de los iconos de la arquitectura modernista valenciana. Y llego al icónico edificio Veles e Vents, que ya desde lejos llamaba mi atención. Un edificio vanguardista en gran contraste con los edificios de la zona.

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Veles E Vents 📌  Foto de @visitvalencia.

Observo el edificio de cerca y me empapo de la vida que hay a su alrededor: gente paseando, gente haciendo deporte, en bici, sentada contemplando las vistas al mar…

Retrocedo un poco y me desvío un poco hacia el interior, tomando como referencia el Monumento a Joaquín Sorolla, uno de los artistas valencianos mundialmente conocidos, para contemplar una zona de casas bajas y coloridas fachadas: el Barrio del Cabanyal. Antiguo pueblo de pescadores y barracas valencianas, comienzo a recorrerlo por Calle de la Reina y Calle de la Barraca, intentado imaginar lo descrito en la obra “Flor de Mayo” del famoso escritor y también valenciano Blasco Ibáñez. Capta mi atención algunas de las viviendas decoradas con coloridos azulejos y llamativos dibujos. Es sin lugar a dudas un lugar con mucha fuerza de identidad.

Barrio del Cabanyal 📌  Fotos de @visitvalencia.

Continúo paseando unos 3 kilómetros hasta llegar a donde se unen la Playa de la Patacona y la Playa de la Malvarrosa, la playa más famosa de la ciudad y una de las más largas playas de Europa. En Visit Valencia me cuentan la curiosidad de que fue aquí “el primer lugar donde se escuchó la melodía de «La chica de ayer», mítica canción compuesta por el cantante español Antonio Vega. Me descalzo y comienzo a caminar, siento la arena bajo mis pies, el sol sobre mi piel y el mediterráneo en mis pulmones.

Y, simplemente, paseo…

Playa de la Malvarrosa 📌  Fotos de @visitvalencia.

Media hora después me encuentro de nuevo en la zona de La Marina de Valencia. Así, tranquilamente, se ha hecho la hora de comer. Son muchos los sitios donde comer es un acierto por esta zona. El pescado, el arroz… estoy en un antiguo barrio de pescadores, imposible comer mal. Pero ¿cómo no hacer caso al gran Hemingway? Me dirijo al Restaurante La Pepica más que por degustar una excelente paella, aunque ganas no me faltan, por degustar un buen pescado.

 — Hola. ¿Sería posible una mesa para comer? — pregunto al camarero al acceder.
 — ¿Para cuántas personas sería?
 — Para mi sola. Y si fuera posible en la terraza, para disfrutar del día que hace.
 — Por supuesto, acompáñeme.

El camarero me acompaña hacia a una mesa libre y pido una copa de vino blanco mientras me dejan unos minutos para mirar la carta.

 — ¿Sabe ya que va a tomar?
 — Sí, me gustaría tomar de entrantes Ajoaceite y ¿me podría decir qué es el Esgarraet?
 — Pues es un plato típico valenciano. Lleva pimiento rojo asado y bacalao en salazón, todos en finas tiras, ajo y aceite de oliva. Como ensalada va perfecto.
 — Pues me ha convencido, lo probaré también.
 — ¡Perfecto! Y de principal, ¿qué le ponemos?
 — Pues me ha llamado mucho la atención la Zarzuela de Pescado, es un plato que siempre me ha encantado.
 — Pues esta le va a encantar también, se lo aseguro.

Contemplo el mar, copa de vino en mano, disfrutando de la calidez del clima y degustando manjares de esta maravillosa tierra.

Después de comer siento que quiero reforzar los sentimientos que el mediterráneo en mí aflora. Cargada siempre con algún libro, vuelvo hacia la playa. Está prácticamente vacía. Me siento en medio de la arena y comienzo a leer. Como dijo Hemingway: “Toda mi vida he visto las palabras como si las estuviera viendo por primera vez”. Y con esta luz, es como si fuera una sensación totalmente nueva.

Alimentado cuerpo y mente, y posteriormente reposado, retomo mi viaje. Estamos en el ecuador de esta aventura y aún nos quedan muchas por hacer. Como ayer me quedé con ganas de saber más cosas de La Ciudad de las Artes y las Ciencias y de poder pasear por ese universo, decido seguir paseando e ir hasta allí.

Recorro de vuelta por la zona de la Marina. Recorro la Calle de Joan Verdeguer de nuevo con edificios bajos y vistas despejadas, hasta girar a la izquierda hacia la Calle de Menorca, donde a los pocos metros de comenzar a recorrerla, los edificios crecen y se renuevan. Son tantos los contrastes en esta ciudad que parece que nos teletransportamos. Y sigo caminando, observando cada detalle, hasta llegar al final de la calle, donde las vistas se abren y se atisba cercano la colosal ciudad dentro de la ciudad.

Pero en lugar de continuar directa hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias📌, me desvío a la derecha y la contemplo desde el otro lado del cauce del Río Turia hasta llegar a la Plaza de Europa y dirigirme a encontrarme de nuevo con Sea Saffron. Ayer, al finalizar la experiencia, Eduardo nos informó de que realizaban otra experiencia precisamente en este punto, así que tanto yo como el resto de miembros del grupo decidimos repetir con ellos hoy, ya que algunos terminan su viaje mañana y además ya sabíamos que era una apuesta segura.

 — ¡Qué alegría que nos reunamos hoy de nuevo! — nos saluda el guía mientras nos acercamos a él —. Como ya somos viejos conocidos, vamos a comenzar directamente la visita. Como veréis, hay un contraste total entre la experiencia de ayer y la de hoy. Aunque sin lugar a dudas, ambas espectaculares por igual.

Comenzamos a caminar por el Puente de Monteolivete para contemplar a nuestra derecha el Palacio de las Artes Reina Sofía.

Palacio de las Artes Reina Sofía desde el Puente Monteolivete 📌  Fotos de @visitvalencia.

— Vamos a hacer una primera parada en este improvisado mirador para hacer una presentación sobre la mundialmente conocida Ciudad de las Artes y las Ciencias. Es tan conocida, que en cualquier parte podréis leer que fue diseñada por Santiago Calatrava. Que además de su importancia arquitectónica es un espacio para el ocio y la cultura. Que es un icono de la Valencia del siglo XXI. Que cuenta con 6 edificios a cuál más singular. Y que entre todos ellos forman esta ciudad dentro de la ciudad.
   Aquí se puede hacer prácticamente de todo, desde ver un espectáculo de delfines a una ópera, viajar por el espacio o tocar la ciencia, disfrutar de una exposición o de un cóctel.

Contemplo las vistas a mi alrededor mientras el guía nos explica datos y curiosidades sobre este complejo único. Independientemente de las polémicas a su alrededor, no es de extrañar que se haya convertido en un referente visual y haya sido escenario de películas, series, anuncios, etc. Junto con la luz tan característica que no me canso de disfrutar, es un espectáculo simplemente contemplarlo desde fuera.

 — La verdad que me ha encantado esta ciudad — me dice uno de los componentes del grupo  —. ¿A ti te quedan muchos días?
 — No, no muchos, pero creo que se me van a quedar cortos para todo lo que se puede ver y hacer en esta ciudad, la verdad.
 — Sí, mi mujer y yo hemos venido para 2 días y ¡qué va! Volveremos pronto seguro. Hay muchas cosas que nos dejamos pendientes y además creo que esta ciudad se merece verla con calma.
 — Te doy toda la razón…
 — Este edificio que veis a vuestra derecha es el Palacio de las Artes Reina Sofía — continúa explicando el guía y retomamos la visita —. Fue inaugurado en 2005, uno de los más recientes del conjunto, y es el Teatro de la Ópera de Valencia y sede de la Orquesta de la Comunidad Valenciana. Y si tenéis la oportunidad de asistir a una ópera, teatro musical o concierto en este edificio, comprenderéis el porqué: la acústica de su interior es realmente maravillosa.

De nuevo, la relación de esta tierra con la música. La verdad que no me importaría poder asistir a un concierto aquí.

Continuamos la visita, recorriendo con los pies y con la mirada todo el complejo.

 — En frente de vosotros tenéis el Hemisfèric, el gran ojo. En su interior hay un cine digital 3D, siendo la sala más grande de España. Fue el primer edificio en inaugurarse y sin lugar a dudas diría que uno de los más representativos.

Vamos observando cada detalle de este enorme ojo mientras seguimos paseando por su lateral, como si observara cada uno de nuestros pasos. Y su reflejo en el agua del lago es realmente hermoso.

Y justo cambiamos de perspectiva, abriéndose ante nosotros El Museo de las Ciencias, otro edificio sorprendente que también parece la carcasa de huesos de algún animal marino de gran volumen, como muchas costillas gigantes juntas, por las que nos adentramos dejando a nuestra espalda al gran ojo.

Museo de las Ciencias 📌  Fotos de @visitvalencia.
L’Hemisféric 📌 Foto de @seasaffron.

 — Aquí tenemos el Museo de las Ciencias, el Museo donde lo prohibido es “No tocar”. Este museo está concebido para tocar, experimentar, conocer… No sólo para mirar. Además, se hacen multitud de actividades complementarias. Y también nos invita a mirar hacia el cielo — nos dice el guía mientras alza su mano y dedo índice señalando hacia el cielo.

Todos comenzamos a levantar nuestra mirada lentamente siguiendo a donde apunta el dedo, y quedamos boquiabiertos con la estructura de un puente: L’Assud d’Or. Románticamente se podría decir que se asemeja a un arpa, continuando además con la tradición musical valenciana. Pero nos indica el guía que popularmente ha sido apodado como “el jamonero”. Y sí, todo lo que supere 1 metro 80 a mí ya me impresiona, pero son ¡125 metros de altura! Es, sin lugar a dudas, espectacular.

Subimos hasta el extremo del puente situado más al sur, y desde allí contemplamos los 2 edificios situados al otro lado del puente.

 — El más cercano es el Ágora, el más joven de todos y al que sólo se puede acceder en los distintos eventos que se pueden celebrar dentro, como convenciones y otros tipos de eventos donde confluye mucha gente. Y justo detrás del Ágora – nos señala el guía – contemplamos el Oceanogràfic, que alberga en su interior el mayor acuario de Europa. Es sin duda el que más tiempo requiere para ser visitado en su totalidad, pero para mí es realmente bonito.

Ágora y Oceanogràfic 📌  Fotos de @visitvalencia.
L’Umbracle 📌

Y conforme vamos alcanzando el final del tour, nos aproximamos a uno de los lados de L’Umbracle, edificio totalmente abierto que asemeja a los huesos de un dinosaurio.

 — Y el último de los edificios, L’Umbracle, por donde podemos pasear libremente ya que es una de las partes del complejo de acceso libre. Es un enorme jardín donde encontrar plantas y otros componentes típicos de nuestra zona mediterránea. Vamos a salir por el otro lado – continúa explicando mientras seguimos avanzando – para que disfrutéis de este maravilloso jardín, que le da el toque verde a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Y si os fijáis a vuestra derecha, al otro lado del lago, podréis observar el Museo de las Ciencias y más adelante también L’Oceanogràfic desde el otro lateral. Se mire por donde la mire, esta Ciudad es grandiosa.

Cruzamos L’Umbracle y llegamos al otro lado del Puente Monteolivete para, ahora sí, cruzarlo mientras observamos de nuevo las fantásticas vistas de este complejo desde lo alto. Y, una vez realizada la visita, el guía nos indica que disfrutaremos del menú en un ático en la Torre de Francia, el segundo edificio más alto de la capital del Turia, donde además de degustar un fantástico menú, disfrutaremos de un impresionante atardecer.

Llegamos a la Torre de Francia y subimos a su parte alta. Nos reciben en el recinto con una copa de vino blanco bien fresca, quesos y panes. Mientras nos invitan a pasar a la terraza. Y ahí está, Valencia a nuestros pies… Contemplamos las vistas, nos miramos los diferentes miembros del grupo mientras uno sonríe, una mueve la cabeza en seña de asentimiento y alguien alza su copa.

 — Estas vistas se merecen un brindis.

Foto de @seasaffron.

Nos invitan a sentarnos a la mesa y es entonces cuando disfrutamos de la tranquilidad de estar aquí, únicamente nuestro grupo de perfectos desconocidos coincidentes, disfrutando de unas tapas, una maravillosa selección de arroces (¿qué es Valencia sin arroz?) y una selección de vinos de regiones de la Comunidad Valenciana que maridan perfectamente con cada uno de los platos que degustamos.

Arroz negro, arroz al horno (uno de mis platos favoritos de toda la vida), un buen vino de bobal (firma de la D.O. Utiel-Requena), garnacha o moscatel entre otros.

Y, para terminar, un buen cava valenciano. Sí, cava y valenciano. Porque como bien nos explican, no todo el cava se hace en Cataluña.

Fotos de @seasaffron.

Y todo esto, mientras disfrutamos de la caída del sol sobre la ciudad de Valencia. Sus cambios de color, su iluminación.
Es realmente una experiencia que no se olvida.

Foto de @seasaffron.

Y llega a su fin, pero no será un adiós, sino de nuevo un hasta pronto. Quizá en otro viaje por esta maravillosa ciudad, quizá con otro grupo de gente, quizá en otra época del año. Da igual. ¡Volveremos!

Ya es un poco tarde, pero antes de regresar a mi hotel, hay una parada que quiero hacer. Es media horita de paseo, pero aún nos queda un último día mañana, así que reservaré fuerzas. Levanto la mano y subo a un taxi.

 — Al Mercado de Colón, por favor.

Mercado de Colón 📌  Foto de @visitvalencia.

Si el Mercado Central es magnífico tanto por su arquitectura, productos y gastronomía, el Mercado de Colón lo es por su color y su ambiente. No han pasado ni 10 minutos y ya estoy aquí, observándolo desde la entrada. Rodeado de comercios, se alza este edificio de color rojizo y vivo ejemplo del modernismo valenciano, contiene una amplia oferta hostelera en su interior. Así que me dejo llevar por el jolgorio de su interior y me siento en uno de sus locales para tomar una copa tranquilamente antes de retirarme.

Estos momentos de final de cada día antes de retirarme me permiten asentar las imágenes, los recuerdos, las sensaciones vividas. Y sí, también ver el catálogo de fotos y compartir alguna que otra. Este viaje y esta ciudad, se han de compartir.

Paseo de regreso al Sweet Hotel Continental por la Calle Jorge Juan, recorro un tramo de la Calle de Colón, unas de las principales calles comerciales, y accedo a la Calle de Pérez Bayer, Calle Sagasta y por último a la Calle de Correos. Estas calles más estrechas, edificios de fachada de piedra blanca. Valencia tiene muchas cosas por las que ser descubierta, pero el simple caminar por sus calles y admirar sus edificios es una de las magias que la rodean. Y el Sweet Hotel Continental está situado en pleno centro de esta magia, en un edificio de contraste con sus colindantes, pero manteniendo la esencia de la ciudad.

Accedo a la acogedora recepción de colores tierra totalmente iluminada.

  — Buenas noches — me saluda una noche más el recepcionista.
  — ¡Buenas noches! Mañana después de desayunar me pasaré para haceros unas consultas. ahora voy a retirarme ya — le digo entre risas.
  — Claro, cuando quiera aquí estaremos para lo que necesite.

Recepción Sweet Hotel Continental. Foto @sweethotelcontinental

Y de nuevo, en mi habitación, una buena ducha y descansar. Queda pendiente el último día de esta maravillosa aventura valenciana.

Una excelente aventura se merece un cierre de oro…


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