Valencia #3

Despierto mi tercer y último día en Valencia, fresca como una naranja…

La luz entra tímidamente por la ventana. Respiro profundo, me desperezo fuertemente estirando todo mi cuerpo y suelto todo el aire. Es hora de retomar el viaje. Una buena ducha, unos cómodos vaqueros y calzado cómodo, que hoy voy a visitar un lugar muy especial, pero no sin antes tomar un fantástico desayuno. ¡Qué gusto da levantarse por la mañana y comenzar un nuevo día en Valencia!

Hoy me siento más luminista que ninguno de estos días, así que después de desayunar, preparar mi maleta y dejar mi querida habitación que tan buen cobijo me ha dado, me dirijo a recepción para realizar el check-out y consultar sobre el servicio de bicicletas del hotel. Sé que también puedo ir en autobús tomando las líneas 24 y 25 de los autobuses de la EMT desde el Centro, por sólo 1,50€ y en menos de una hora (he hecho muy bien los deberes consultando en Visit Valencia 😉). Pero me apetece disfrutar de los paisajes en este último día y 1 horita en bici me vendrá genial.

Desayuno Sweet Hotel Continental. Foto @sweethotelcontinental

 — Buenos días. Vengo a dejar la habitación — le explico a la recepcionista —. Me comentaron cuando llegué que podría dejar mi equipaje el día de salida en el guardaequipaje.
 — Por supuesto, déjeme la maleta y nosotros se la guardaremos hasta que venga a recogerla. Sólo tiene que solicitárnosla a mi o cualquiera de mis compañeros de recepción cuando la desee y se la entregaremos.
 — Genial, ¡muchas gracias! Y otra cosa — le digo suplicante a la recepcionista —, quería información sobre el servicio de alquiler de bicicletas que ofrecéis.
 — Sí, por supuesto. El alquiler serían 12€ al día. ¿La quiere para hoy?
 — Sí, y si pudiera ser para ahora mejor. Perdón porque no había pensado en reservar, me he despertado un poco deportista — le digo bromeando y reímos.
 — Claro, no hay problema. Como tenemos bicicletas disponibles, deme un minuto y enseguida estará lista.

Espero en recepción, observando el que ha sido mi refugio en este viaje, y enseguida me avisan para recoger la bici. ¡A la aventura!

Salgo totalmente animada porque hoy voy a contemplar uno de los paisajes más bonitos que tiene Valencia: el Parque Natural de la Albufera. A tan sólo 10km de la ciudad, se encuentra este paraje de naturaleza en estado puro, el lago salado más grande de la zona y uno de los 10 más grandes de Europa. Y justo allí encontramos el poblado de El Palmar, lugar donde nació ni más ni menos que una de las comidas más famosa de todo el mundo: la PAELLA. Sí, así, con mayúsculas. La Paella Valenciana, la auténtica, la… Me quedo sin palabras mientras salivo sólo de imaginarla.

Barrio de Ruzafa 📌 Fotos de Visit Valencia

Así que, con las vistas puestas en degustar este rico manjar, emprendo mi camino hacia el Barrio de Ruzafa, que mantiene su centro histórico y que en la actualidad es uno de los barrios más “cool” de Valencia, conocido como el SoHo valenciano. No me detengo, pero si paseo tranquilamente en bici, observando los colores, los comercios, la gente de este barrio. Y alcanzo a imaginar sus Fallas, ya que en esta zona se alzan algunas de las fallas más importantes, como la de la calle Cuba por donde ahora mismo circulo.

 

Y entre todo, me fascina saber que es un barrio multicultural donde la literatura está muy presente. Me faltan días en esta ciudad para detenerme en Cosecha Roja, Slaughterhouse o Ubik Café, algunos de los ejemplos de librerías donde poder perderse entre libros, una copa de vino (o dos) o un buen café. Pequeños grandes edenes para los amantes de la lectura.

Barrio de Ruzafa 📌Fotos de Visit Valencia

Continúo y me dirijo hacia el Camí del Valladar, dejando atrás La Ciudad de las Artes y las Ciencias. Tres días en Valencia; tres días que de un modo u otro he pasado por aquí; tres días que lo contemplo como si no lo hubiera visto antes. A continuación, recorro la Carrera del Riu, haciendo un pequeño desvío y un alto en el camino en la Playa del Saler, la que es, para mí, la mejor playa de Valencia.

Ya llevo algo más de medio camino, y qué hay mejor que tomar un refresco en esta amplia extensión de dunas de arena blanca rodeada de pinadas. La verdad, no se me ocurre nada. Me bajo de mi bici, me adentro en las dunas de arena y me siento contemplando el mar unos minutos. Visualizo en mi mente el arte de esta tierra en las pinturas de Sorolla.

Ninas_en_el_mar
Niñas en el mar. 1909. Joaquín Sorolla. Museo Sorolla.

Cargada de tranquilidad y con fuerzas repuestas, retomo el camino para llegar y disfrutar de las vistas por la Avinguda dels Pinars. A lo tonto son casi las 11 de la mañana, así que disfruto de las vistas de El Saler, pero continúo para llegar a tiempo al destino. Tengo una cita que no me puedo perder…

Después de algo más de una hora de camino (parada incluida), por fin llego a Paella School Montero, y me dirijo a la caseta toda ilusionada.

 — Buenos días — saludo y entrego el resguardo de mi reserva online.
 — Buenos días — me dice la persona tras la caseta mientras toma la reserva online que le entrego —. Perfecto, aquí tienes el Ticket-Barca para el Paseo en Barca guiado. Y también para degustar una Ración de Paella y bebida justo después. Veo que ha venido en bici. Si le parece la podemos dejar en el parking privado.
 — Ay sí por favor, sería perfecto. ¡Muchas gracias!

Paseo unos minutos por la Villa, contemplando las maravillosas vistas del embarcadero. Como bien anuncian, retrocedemos unas décadas y podemos visualizar los paisajes narrados en la novela “Cañas y barro” de Vicente Blasco Ibáñez: “El bosque parecía alejarse hacia el mar, dejando entre él y la Albufera una extensa llanura baja cubierta de vegetación bravía, rasgada a trechos por la tersa lámina de pequeñas lagunas”.

Paella School Montero 📌 Fotos de Paella School Montero
Hotelito de insectos en Paella School Montero 📌     Foto de Paella School Montero

Me detengo a estudiar una extraña construcción de madera… “Un hotelito… mil insectos más” anuncia un cartel justo al lado. ¡Qué gran y original iniciativa! Se trata de pequeños criaderos para favorecer la reproducción de insectos que se encuentran en peligro en la zona. Pequeños seres vivos que son vitales para el ecosistema y para la existencia del resto de seres vivos por su necesaria labor de recolección y polinización. Construcción que está en perfecta sintonía con lo que la experiencia pretende transmitir, una conexión total con la naturaleza y con los productos que nos ofrece. Y cierto es que en Paella School Montero esta filosofía se respira desde el minuto 0.

 — Buenos días a todos — oigo a mi izquierda mientras vuelvo mi cuerpo hacia la voz —. Me llamo José Montero y, junto con mi hermano y el resto de compañeros, somos Paella School Montero. Quiero invitaros a dirigiros hacia el embarcadero para comenzar el paseo en barca y compartáis con nosotros el amor por nuestra tierra – nos indica mientras nos dirige hacia el embarcadero —. Os presento a otro José, que será vuestro guía y barquero, y nos vemos tras el recorrido. ¡Hasta ahora!

 — Buenos días — nos saluda José (el barquero) —. Vamos a ir subiendo a la barca con cuidado y ¡comenzamos!

¡Qué emoción! He de confesar que no soy fanática de ningún tipo de barco o barca, pero esta es una experiencia que no me podía perder en Valencia. Tan característico es el núcleo urbano de esta bella ciudad como su entorno natural cuyo máximo representante es la Albufera.

Ya estamos todos en la barca y comenzamos a movernos. Nos adentramos en aguas poco profundas, ya que la profundidad de la Albufera no es mayor de 1,50m, de ahí que sea un lugar perfecto para el cultivo de arroz. Me esperan 45 minutos de naturaleza salvaje sin igual.

 — Como todos sabéis, nos encontramos navegando por la Albufera, conocido por los romanos como Nacarum Stagnum y por los árabes como Espejo del sol. Un grandioso espejo de más de veinte mil hectáreas. Tiene su origen en el cierre de una antigua bahía debido a los ríos Júcar y Turia. Antiguamente era mucho mayor, pero el cultivo del arroz, tan importante en esta zona desde la época de los romanos, ha ido disminuyendo su tamaño.

Navegamos por aguas poco profundas, por cañas, con aves revoloteando y nadando a nuestro alrededor. Alejados de la ciudad, simplemente escuchando sonidos de la naturaleza y al guía. Y el fiel sol que nos acompaña reflejado sobre las aguas.

La Albufera 📌Fotos de Visit Valencia
L'Albufera
La Albufera 📌 Foto de Visit Valencia

 — A parte de su importancia natural y de la belleza que podéis contemplar, este entorno es un ecosistema único y de vital importancia. Existen diferentes microsistemas dentro del Parque. En donde nos encontramos ahora, podemos ver por ejemplo vegetaciones de cañas en abundancia, aneas, mansiegas y carrizos — todos escuchamos y seguimos las indicaciones del guía para reconocer cada una de estas especies.
   También es de vital importancia la fauna de este entorno — continúa explicando —. Si habéis tenido la oportunidad de fijaros en el “Hotelito” que tenemos al lado del embarcadero — asiento feliz de haberme fijado —, habréis comprobado que las especies de insectos son, como en cualquier ecosistema, vitales para la supervivencia del entorno. Los insectos son los grandes polinizadores de la naturaleza, además de ser también la base alimentaria de muchas especies animales.

Todos contemplamos a nuestro alrededor la naturaleza que nos rodea buscando insectos en el aire, alguna libélula que pasa cerca o algún mosquito del que se oye su silbido al pasar junto a nuestros oídos.

 — Hablando de fauna, en este mismo momento a la derecha podéis observar una colonia de garzas reales — dirigimos todos la mirada hacia donde apunta el guía —. L’Albufera es un espacio muy visitado por aves migratorias y es por ello que cuenta con una gran riqueza avícola, desde garzas hasta cercetas, pasando por gaviotas o anátidas.

   Y por supuesto también, de gran riqueza piscícola, albergando peces muy conocidos y presentes en nuestra dieta como son la lubina o anguila. O dos especies muy características de este ecosistema que, desgraciadamente, se encuentran en peligro de extinción: el fartet y el samarugo.

   Como podréis comprender — continúa explicando —, se trata de un ecosistema rico donde se llevan a cabo actividades tales como la caza, la pesca y, por supuesto, la agricultura. Como comentábamos al principio de nuestro paseo, los extensos terrenos de arrozales son también símbolo característico de este Parque Natural — escucho la explicación mientras atisbo de nuevo el embarcadero.

   Precisamente, nuestro arroz, junto con verduras, carnes y productos típicos de esta zona, es lo que vais a poder degustar ahora de la mano del mejor chef paellero, David Montero — termina diciéndonos el guía mientras amarra la barca al embarcadero.

La Albufera 📌Fotos de Visit Valencia

De nuevo en tierra firme, nos despedimos del guía agradeciendo este rato tan ameno y educativo. Ahora nos espera José Montero junto a su hermano David, más conocido como @ricepaella, embajador internacional de la Paella, 1er Premio a la Mejor Paella de la Comunidad Valenciana y autor del libro “Paella Lovers” (fantástico libro de recetas de paellas, la de aguacate y sepia es… 😍).

 — Muy buenas a todos — oigo decir a David Montero —. Esperamos que hayáis disfrutado del paseo en barca y que os hayáis enamorado de esta tierra tanto como nosotros. De este amor que sentimos por nuestra tierra, por su cultura y, como no, por su gastronomía, amor además por partida doble — dice riendo, ya que David y José son gemelos —, podemos ofreceros hoy esta maravillosa experiencia. Y para poner el toque de sabor valenciano, vamos a degustar el plato valenciano más internacional del cual soy orgulloso embajador.

Mientras hacen esta presentación, veo al fondo las lumbres con los paelleros encima. Llega ese aroma a oro naranja, azafrán. Huele a campo y a humo. Huele a comida familiar de domingo, en casa, todos juntos. Huele a socarrat. Y nos acercamos a esos aromas que nos llaman, que nos invitan a sentarnos a la mesa.

 — La auténtica Paella Valenciana — dice David, presentándonos las paellas terminando de hacerse en las brasas —. Como menciono en mi libro “Paella Lovers”, las auténticas paellas se hacen según las costumbres de cada zona, pero yo hoy os traigo la auténtica receta de la zona de Valencia. Siempre digo que es muy importante la selección del arroz, y en este caso hemos utilizado la variedad J. Sendra, que absorbe muy bien los sabores de los ingredientes. También, muy importante, utilizar Aceite de Oliva Virgen Extra, ese oro líquido de nuestra tierra. Y por supuesto también importante el rey del sabor, la sal. Y junto a estos ingredientes básicos, los de la paella valenciana de toda la vida: judías de ferraura y de rotjet, tabella, azafrán, pollo, conejo, agua, tomate, pimentón de la Vera y garrofó. Y en los últimos 7 minutos de cocción, ponemos sobre el arroz el romero que le da ese toque a campo, a montaña…

Ver a David explicarnos la receta de la auténtica Paella, la original, me transmite el amor que él siente hacia la cocina, hacia su tierra valenciana. Me transmite esa energía que ya había percibido en sus vídeos de Instagram. He de reconocer que ya le seguía la pista desde hace un tiempo y, como no, he probado algunas de sus recetas. Una de las claves, 5 – 5 – 7 ¡perfectas! Y me hacía gran ilusión poder verle en directo y disfrutar de la mejor paella cocinada por él mismo.

 — Y ahora que ha reposado sus 10 minutos, ¡es hora de disfrutarla! ¡A tope con la vida, OEEEE!

Nos sirven la paella en recipientes biodegradables, no podía ser de otro modo viendo el compromiso y el respeto de los hermanos Montero por el medio ambiente de este entorno que nos rodea. Ración de paella en mano, caliente, con ese aroma único que hace la boca agua, me dirijo a uno de los bancos de madera a disfrutar de este manjar. Me recuerda a mi niñez, a paellas en casas de campo entre viñedos, a paellas de pascuas con amigos. Me recuerda a mi hogar…

Totalmente inmersa en esta tierra, en sus colores, su olor, sus emociones, me despido de Paella School Montero partiendo con el mejor sabor de boca posible. Siento que no podría haber degustado este plato en mejor lugar ni en un entorno mejor que éste. Con toda la energía transmitida por David Montero más toda la energía que un buen arroz proporciona, me subo de nuevo a la bici con las baterías totalmente cargadas. Los parajes que rodean a la Albufera de Valencia, sus canales, los pueblos de la zona, son realmente para recorrer y conocer. Hay muchos lugares por conocer en la Albufera, pero el viaje está llegando a su fin y tengo que elegir.

Retomo la marcha camino al Centro de Interpretación Racó de L’Olla, situado dentro del Parque Natural de la Albufera. Avanzo con precaución, ya que este tramo no cuenta con carril bici, aunque si con arcén suficiente para poder circular. Manteniendo la mirada en la carretera, voy contemplando también las vistas de este entorno.

Son apenas 10 min de trayecto en los que observo arrozales, agua, aves y, por supuesto, barracas.

Ya por fin en el Racó de L’Olla. Hago una parada para disfrutar las vistas de la Albufera desde este punto. Recuerdo lo que ha explicado el guía en el paseo en barca, la gran diversidad de especies existentes en estos humedales de valor único. El respeto de la gente de la zona por conservar este paraje natural y lo que contiene. Cuan incalculable valor hay en este Parque. Cuan incalculable es su belleza cuando los colores comienzan a cambiar.

Racó de L’Olla 📌 Fotos de Visit Valencia

Decido retomar la vuelta al hotel, pues aún quiero hacer un par de cosas más en este último día, antes de recoger mi pequeña maleta y tomar el último tren de partida. Pero se acerca ese momento del día que en tantas fotos nos gusta perdernos. Ese momento del día que en mis viajes me gusta tener presente pues da lugar al cambio, a ir cerrando una jornada y abriendo paso a la siguiente, y a las sorpresas que nos pueda deparar. Esa pequeña franja de tiempo que tanto nos gusta retratar: el atardecer.

Me detengo a unos cuántos metros en el Mirador de la Albufera. Me siento en el muelle, pies colgando sobre el lago, cámara de fotos en trípode preparada, y me recuesto sobre mis antebrazos para ver cómo se acerca poco a poco el sol para fundirse en estas dulces aguas. Ver el atardecer en el Parque es ver fuegos artificiales de colores rojizos y anaranjados, cuál mezcla de naranjas y azafrán en el cielo. Es recomendable verlo desde una barca, cierto. Pero aunque lo he disfrutado muchísimo, he tenido suficiente ración de barca por hoy. Y quiero disfrutar de este espectáculo con brazos en tierra, y pies volando…

Mirador de la Albufera 📌Fotos de Visit Valencia

Antes de que desaparezca el sol por completo, subo de nuevo a la bici y me dirijo de vuelta hacia el hotel. No quiero que desaparezca la luz por completo a mi regreso a Valencia, y ver el juego de colores en marcha también es un espectáculo maravilloso. La noche finalmente me sorprende ya pasando la Playa de Pinedo, pero alcanzando de nuevo la zona urbana, así que perfecto, justo a tiempo.

He de despedirme de Valencia. El primer día entré por la puerta grande. ¿Por qué la salida tendría que ser diferente? Justo cuando alcanzo la Calle de Játiva, teniendo a mi derecha la Plaza de Toros y a mi izquierda la Estación del Norte a la que en unas horas regresaré, decido desviarme hacia la izquierda y avanzar por la Calle Guillem de Castro hasta alcanzar la otra puerta de la ciudad: las Torres de Quart.

Formadas por dos torres semicilíndricas en cuyo centro se hayan las puertas, nos muestran las huellas de cañonazos que atesoran las guerras que soportaron y en las que defendieron antaño esta gran ciudad. Junto con las Torres de Serrano, son las dos únicas puertas de acceso a la ciudad amurallada que aún permanecen en pie. Y no podía irme de esta ciudad sin atravesar ambas.

Torres de Quart 📌 Foto de Visit Valencia

Ahora sí, paso por el hotel para devolver la bici y agradecer de nuevo el servicio prestado.

 — ¿Sería posible que me guarden la maleta un poquito más de tiempo? Quiero pasar por un sitio más antes de irme.
 — Por supuesto, no se preocupe que sus pertenencias están a buen recaudo y puede pasar a recogerlas cuando desee.
 — ¡Muchas gracias! — devuelvo la bici que me ha acompañado en este día tan hermoso y vuelvo a la calle.

Tampoco podía despedirme de Valencia sin probar a ir en Metro, uno de los medios de transporte público más utilizados en esta ciudad y no me extraña, porque su red de líneas comunica prácticamente todos los puntos de la ciudad y alrededores. No me arrepiento en absoluto de haber comprado la Valencia Tourist Card como descubrí en Visit Valencia , puesto que la mayoría de los monumentos que he visitado durante este viaje no he tenido que pagar entrada, he disfrutado de muchas ventajas y descuentos y, además, los viajes en Metro, Bus y tranvía también están incluidos.

Voy hacia la parada de Colón, subo al metro de la línea 5 y en apenas 2 paradas y tan sólo unos minutos después, me apeo en la parada de Aragón y salgo de nuevo al exterior. Camino 200 metros y entro en el Restaurante A Lo Alto, a degustar una de las mejores recetas que he probado de uno de mis platos preferidos: Patatas Bravas. Había leído que existía este lugar donde se había recuperado la receta original del ya inexistente Bar Torrescal, de Requena, que pude probar hace años y que jamás he podido olvidar. Y no podía irme de Valencia sin al menos degustarlas de nuevo.

   — Buenas noches — saludo a la camarera tras subir las escaleras de la entrada y colocarme junto a uno de los toneles de la entrada —. ¿Sería posible una mesa para uno?
   — ¿Sería para cenar o para tomar algo? — me pregunta la camarera.
   — Para tomar algo.
   — Perfecto, acompáñeme.

Me siento en un taburete en la barra enfrente del gran ventanal con vistas a la calle de Bélgica, donde se encuentra el restaurante. Pido una copa de vino tinto y, como no, las deseadas #bravasaloalto fieles a sus antecesoras. Y las saboreo. Podría comerme plato tras plato de estas riquísimas bravas…

Patatas Bravas #aloalto 📌 Foto de A lo Alto

Y cada minuto que pasa, este viaje llega a su fin. Pero todo lo bueno no se acaba, sólo se pausa, se transforma. Trayecto a la inversa, vuelvo al que ha sido mi hogar durante estos días, el Sweet Hotel Continental, y ahora sí recojo mi pequeña maleta. Me despido del personal de recepción que me ha asesorado durante este gran viaje con su gentil atención en todo momento. Me despido de Valencia, totalmente iluminada en esta cálida noche. Me dirijo al lugar donde esta aventura comenzó, a la Estación del Norte. Llaman a los pasajeros por la megafonía de la estación y es entonces cuando subo a mi tren.

Me llevo muy bonitas sensaciones de este viaje. Para mí es una de las partes más bonitas de viajar: las sensaciones que nos llevamos y que permanecerán para siempre en nuestros recuerdos.

El tren comienza a moverse y fijo mi mirada en el cristal….

¡Hasta pronto Valencia!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *