Brujas

Tras volver a guardar los tacones en el bolso (sí, hay fotos que merecen unos buenos tacones pero no el sufrimiento de hacer un tour con ellos), nos despedimos de Jorge. Se trata de un Free Tour, por lo que cada uno paga lo que considere según el agrado del tour. Javi y yo lo teníamos muy claro desde casi el comienzo del tour. La cercanía, la afabilidad con la que Jorge nos ha explicado tanta historia (porque Brujas historia tiene un rato), el soporte a las dudas que se han ido produciendo y los consejos que le hemos ido solicitando (restaurantes, tiendas de chocolate, cervecerías, etc), ha sido en todo momento brillante. Nos acercamos a él para despedirnos, agradecerle el tiempo dedicado a mostrarnos de manera tan especial Brujas y le entregamos el dinero.

   — Muchísimas gracias Jorge — le dice Javi mientras le entrega el dinero y le da la mano —. Repetiremos porque volveremos y sin duda estás más que recomendado a todo el que nos pregunte.
   — Gracias pareja — nos contesta Jorge —. Disfrutar mucho de esta encantadora ciudad.

Nos alejamos comentando los momentos del tour y disfrutando del paisaje de Minnewaterpark que es espectacular. Es algo más de las 13.00h, así que es hora de dirigirnos a algún sitio para comer. ¿Y qué vamos a comer? Pues gastronomía 100% brujense. Hoy nos apetece comer moules-frites.

Como es muy fácil y rápido moverse por esta ciudad a pie, seguimos la recomendación de Jorge y vamos a De Gastro. He de decir que una de las cosas que más nos está llamando la atención a la hora de consultar sitios donde comer o tomar algo, es que siempre están las cartas en internet. Lo cual se agradece, porque ya puedes intuir si vas a ir a un sitio donde las comidas te gustan o algo de primeras ya te llama la atención. Y, en la mayoría de los casos, también intuir el precio y guiarte. Debería ser prácticamente obligatorio.

¿Porqué muchos restaurantes no ponen la carta y/o los precios en las webs? Lo siento, pero hoy en día mantener ciertas cosas en secretismo o es porque cada día innovas o no tiene sentido. Vivimos en una época en la que prácticamente todo se puede averiguar. ¿Para qué complicarlo? Tus competidores lo averiguarán igual si quieren. Al menos a los clientes se lo ponemos fácil. Temas de conversación que nos surgen a Javi y a mí 😊.

Y otro de los temas que más estamos comentando: ¡qué bonito es pasear por Brujas! Sí, pasear. Cruzamos de nuevo la ciudad, por otras calles, otros rincones, pero siempre es mágico. No se nos ocurre otra palabra que lo defina mejor.

Llegamos por fin con un hambre voraz. Ya habíamos reservado la mesa antes cuando nos lo ha recomendado Jorge, así que simplemente indicamos el nombre y adentro. Menos mal porque en inglés aún nos defendemos, pero en otros idiomas ya complicado.

El lugar es muy acogedor y los camareros encantadores. Nos llevan a una mesa para los dos, pedimos de nuevo ayuda con la cerveza. A mí me gustan más suaves y a Javi más fuertes, y como no nos suena ningún nombre, lo mejor es siempre dejarnos aconsejar. Pedimos los ‘mussels’, en este caso con crema de ajo, aunque se acaben los besos por hoy con este manjar, y patatas fritas. Y un Filet Mignon para compartir. Todo realmente delicioso, pero decidimos privarnos del postre. Bueno, de privarnos aquí. Algo nos dice que encontrar un buen dulce no va a ser difícil.

Paseamos de nuevo por De Dijver junto a los canales, esta vez sí hasta el final de la calle, para torcer a la derecha. Toca visitar la iglesia más antigua de Brujas, la Catedral de San Salvador. Y con ella, la tercera torre que, junto con la Torre Belfort y la torre de la Iglesia de Nuestra Señora, nos observa desde lo alto. Se construyó entre los siglos XII y XV y está formada por tres naves de estilo gótico y un campanario neorrománico de forma cuadrada rematado con cuatro pequeñas torres.

Su exterior es más sobrio, propio de una Catedral, pero su interior es más recargado y repleto de arte. En el observamos los murales del baptisterio, la sillería del coro de la nave central y la fantástica colección de tapices que decora la nave central. En sus muros, observamos las obras de artistas flamencos como Dirk Bouts y Hugo Van der Goes. Y en las capillas laterales, contemplamos las tumbas y lápidas medievales.

Catedral de San Salvador 📌 Fotos de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

Gruuthuse 📌 Foto de Visit Bruges | © Jan Darthet

Volvemos sobre nuestros pasos, pues toca ir accediendo a los sitios pendientes que nos han ido quedando antes. Vamos al museo Gruuthuse (toca hacer feliz a Javi) y viajar en el tiempo: “500 años de historia de Brujas en objetos históricos”. La verdad que el Palacio en sí es precioso. Y cuando entramos y comenzamos a visitarlo, nos sorprendemos porque no es el típico museo o al menos lo que estamos acostumbrados. Es casi más una representación de objetos de familias pudientes y del poderío de esta ciudad. Y mucha huella española también, como nos ha explicado Jorge. Tampoco vemos cintas ni nada que impida que no podamos tocar los objetos. No sé, es muy curioso.

Paseamos alrededor de media hora y subimos a la última planta, donde un balcón cubierto nos deleita con unas vistas de ensueño al Puente de San Bonifacio. Me palpo las piernas buscando las enaguas cuando miro ese rincón.

Y ahora sí, aprovechando la cercanía y la hora pues son cerca de las 16.00h, vamos de museo, ahora al Groeninge. Según lo que hemos consultado en Visit Bruges, nuestra guía en streaming, es un imprescindible de Brujas. Accedemos al museo para contemplar obras de artistas flamencos mundialmente conocidos, como el cuadro ‘La Virgen y el Canónigo Joris van der Paele‘ de Jan van Eyck y el ‘Tríptico de Moreel‘ de Hans Memling. También tenemos la oportunidad de ver joyas de maestros del Renacimiento y del Barroco y obras del expresionismo flamenco. Aproximadamente una hora de puro arte.

Museo Groeninge 📌 Fotos de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

No podemos perder la ocasión de visitar la exposición de la fotógrafa Nele Van Canneyt que se expone en el Museo Arentshuis. Esta exposición inaugura el festival Mind the Artist de Musea Brugge. Una exposición que retrata una ciudad en silencio. Algo hermoso que a la vez te congela. Contemplar esta ciudad en silencio, vacía, falta de vida, cuando hay momentos en los que quizá me atrevería a decir que hasta le sobra gente y ruido es entre estremecedor y reconfortante. Pues como Han Decort, curadora de la muestra, nos pregunta: ¿El silencio, es amenazante o tranquilizador?

Ya estamos un poco agotados, pero estos viajes son para exprimirlos. Y siempre hay productos que ayudan a estimular un poquito y revitalizar. Así que toca disfrutar un poco de otra estrella gastronómica de Brujas. O la estrella…. El chocolate belga. Sí, me derrito cual bombón en una soleada mañana de verano sólo de pronunciarlo. Y siguiendo como siempre indicaciones, vamos rápidamente a un par de los que dicen son los mejores gofres de Brujas. Vamos a Chez Albert a pedir un gofre de chocolate y fresas para mí y otro de chocolate, fresas, nata montada y sirope de chocolate para Javi, ¡una muerte dulce!

Gofres en mano y metiendo unas dosis extra de serotonina en nuestros cuerpos, aprovechamos que el Historium cierra un poquito más tarde, a las 18.00h, para terminar la ruta de museos de hoy. Cambio total, de los museos clásicos a un museo totalmente interactivo. En esta ocasión la que está deseando dejarse transportar a años atrás a través de la historia de amor de Jacob, viajar a la Brujas de 1435 y contemplar las desaparecidas Waterhalle e Iglesia de San Donaciano, soy yo. Y podríamos subir otros 145 escalones para contemplar las vistas desde la Historium Tower, pero le digo a Javi que yo más escalones, no puedo 😰. Así que terminamos la experiencia en la terraza desde la que también se pueden contemplar unas fantásticas vistas panorámicas de la Grote Mark, desde contemplamos un ratito como comienza a caer el sol.

Historium 📌 Fotos de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

Apasionados de disfrutar de bonitas vistas y conversaciones al atardecer, tras tomar nota de una terraza durante el tour, nos dirigimos a The Beer Wall. Un lugar lleno de historia, una buena cerveza, vistas a un lugar mágico y, sobre todo, la mejor de las compañías.

Si conocer y aprender me gusta, disfrutar de los pequeños momentos es el mayor de los placeres. Cuando recuerdo un viaje recuerdo todo lo visitado (o casi todo), pero los sentimientos que permanecen son los de estos pequeños momentos. Cuando viendo aterdecer disfrutaste de la mejor cerveza de tu vida (o así la recuerdas) y te reíste de una tontería. E hiciste una foto que no es la del lugar ni el momento más espectacular del viaje, pero es la foto. Esa que incluso te pondrás de foto de perfil.

Después de un día bien exprimido y de abrir estómago con esa fresca cerveza, es hora de cenar. Animados por nuestras risas, las ganas de seguir disfrutando de esta noche y porque nos ha llamado muchísimo la atención, retrocedemos el camino andado. Nos encanta hacer eso. Parece que veas muchas veces el mismo sitio, pero en una ciudad así se puede hacer sin problema. Y al final disfrutas una misma calle o zona con todas las tonalidades. Llega un momento que ya hasta parece que sabes por donde vas, te sientes integrado en esa ciudad. Y eso es mágico. Así que regresamos hacia el Historium y lo pasamos de largo esta vez. Take Five Jazz Resto Club nos espera.

Ya en la mesa, con la música de Jazz de fondo, pedimos un par de copas de vino tinto ‘Marcel Martin Merlot’ y entrantes a compartir: Carpaccio de ternera belga con aceite de trufa y parmesano, gambas a la plancha y croquetas de queso artesanales. Después de los gofres, es una fantástica cena. El restaurante, repleto de arcos enladrillados, telas de terciopelo rojo y luces tenues de lampáras de techo y velas sobre las mesas, cuya mezcla puede parecer cargante, pero en realidad no lo es. Le da un aire bohemio y romántico, íntimo. Es el lugar perfecto y la música perfecta.

Y tras un día que ya jamás olvidaremos, volvemos paseando tranquilamente hasta el hotel. Brujas es bonita de día y preciosa de noche. Ahora, sin el bullicio de la gente, el silencio, sombras mágicas que lejos de atemorizar invitan a perderte en ellas, podemos disfrutar realmente de esta ciudad. El brillo de las calles reflejado en los canales nos acompaña. La luz de sus leyendas nos observa. La magia de la noche nos cautiva. No tengo claro si estoy despierta o estoy soñando…


Nuestra segunda y última mañana en Brujas. Recién duchados y con las pilas cargadas, ¡toca aprovechar al máximo!

Investigando dónde poder desayunar en nuestra guía de Visit Bruges, me llama la atención un nombre que me parece precioso: Juliette. Miro a Javi y sonrió. Obviamente él ya sabe donde vamos a desayunar. Me sonríe, me besa la frente cariñosamente como hace él y nos preparamos de nuevo para disfrutar de Brujas.

Tras pasear de buena mañana por la ciudad, aún sin tanta gente como dentro de unos momentos comenzará a aparecer, paseamos de nuevo hasta llegar a Juliette. Allí pedimos dos cafés con leche, esenciales para arrancar motores, un smoothie y un wafle a compartir. Aún queda un dulce día por delante.

Ya se oye la gente acercándose, yo les oigo… Así que antes de que sea imposible, nos dirigimos al embarcadero que observamos ayer para dar un paseo en barca. Es algo que estaba deseando y voy casi corriendo para que comience ya. Llegamos al embarcadero Michielssens y ya hay gente. Pero bueno, la tercera parte de lo que se vía ayer. No pasa nada, hace un día fantástico y las vistas son preciosas, he esperado en sitios peores.

Llega nuestro turno, en el segundo grupo pues hemos llegado temprano para no tener que hacer demasiada cola y así disfrutar de este último día. Subimos a la barca que termina llena, pero no importa. Estoy como una niña el día de su cumpleaños.

Paseo en Barca 📌 Fotos de Visit Bruges | © Jan D’Hondt y Jan Darthet

Hoy el sol y las nubes juegan en el cielo, ofreciéndonos un baile de luces y colores sin igual. A momentos se oscurece, luego un rayo de sol se pone sobre el dorso de la mano y amplía su radio hasta tocar mi mejilla. Esa sensación de dulce calor que te acaricia, que te besa suavemente. Ese golpe de suave brisa que te roza el bello. El vaivén de la barca flotando sobre estos canales. Las piedras de los edificios que te cuentan historias de hace siglos.

Por un momento me transporto. Veo a mujeres con largos y lujosos vestidos. A caballeros con trajes y bastones haciendo negocios. Veo a doncellas que se dirigen a las casas de sus señores a preparar la comida. Niños vestidos de domingo que buscan con quien jugar. Pero, ¿qué sucede detrás de esas majestuosas fachadas? ¿Cómo se vive y se vive realmente la ciudad medieval? Esto es lo que nos plantea TraumA, el tema de la Trienal de Brujas para 2021.

TraumA. Video de Triënnale Brugge.

Brujas nos ofrece muchas propuestas. Es una ciudad dinámica, activa. Y eso se nota. Y como anuncian, TraumA «vaga por la delgada línea entre el sueño y el trauma, entre el cielo y el infierno. Apela a la imaginación, respondiendo a la pompa y el esplendor, pero también al ‘unheimliche’ que hierve a fuego lento justo debajo de la superficie».

Agarro el brazo de Javi y apoyo mi cabeza mientras un rayo de sol ilumina mi feliz rostro. Pasamos por numerosos puentes, recordando el porqué del nombre de Brujas. Señalamos lugares que ayer visitamos y hoy vemos desde el agua.

   — Mira — me indica Javi señalando —. San Bonifacio. Este lugar te ha enamorado.
   — Sí, sin lugar a dudas — le contesto mientras nos observamos, sonriendo, aproximándonos al puente y pasando bajo él.

Cuanta magia siento en esta ciudad. Y sí, sabemos que la cuenta atrás ya hace unas horas que ha comenzado. Así que de nuevo, que se detenga el tiempo un poco más, un instante solamente, para grabar este momento.

Terminado este ansiado paseo en barca, arrastro a Javi hacia otros de mis caprichos. Jamás pensé que diría esto, pero quiero esnifar chocolate belga. Vamos a The Chocolate Line, la famosa chocolatería de Dominique Persoone. Sí, él fue quien inventó una maquina para esnifar chocolate con ocasión del cumpleaños de Roonie Wood. Y sí, por este y muchos motivos su fama a trascendido fronteras. En su tienda tenemos miles de buenas razones por las que darnos un dulce momento. Podemos encontrar chocolates de lo más originales, como el llamado «Tequila», chocolate para dar masajes, para pintar el cuerpo… Una locura. Pero también encontraremos chocolates del mundo. Dominique Persoone además de chocolatero es un descubridor nato, y su vuelta a las raíces del chocolate con ‘Tree To Bar’ es lo que me cautivó mientras hacía de Travel Planner para nuestra escapada a Brujas.

Pero si hablamos de chocolaterías… necesitaríamos una semana más aquí en Brujas, pues empacharnos en un día tampoco nos hace especial ilusión. Pero bueno, una semanita aquí tampoco suena nada mal….

   — ¿Qué estás tramando? — me pregunta Javi sacándome de mis pensamientos.
   — ¿Yo? — contestó entre sorprendida y divertidamente ofendida —. No sé porqué piensas que tramo algo…

Y nos reímos. La complicidad es una de las cosas que más valoro en las relaciones, no sólo románticas sino en cualquier relación interpersonal. Pues la complicidad presupone un alto nivel de confianza y de conocimiento de la otra persona. Y qué bonito es poder confiar.

Volviendo a disfrutar de nuestras idas y venidas, retomamos el que será de los últimos paseos de este inolvidable viaje. Nos dirigimos a otra de las famosas plazas, en esta ocasión a la Plaza de Juan van Eyck. Fiel al nombre del famoso pintor que la custodia, la belleza de esta plaza es de lienzo. Me atrevería incluso a decir que es una de las plazas que más nos acerca a la época de esplendor y riquezas de Brujas.

Rodeada de edificios emblemáticos, como la Casa de los Estibadores (Pijndershuisje), cuya fachada está adornada con los cuatro santos protectores del gremio (Juan Bautista, Juan Evangelista, San Jorge  y San Lamberto); la Logia de los Burgueses (Poortersloge)  construida a principios del siglo XV, donde seguro se realizaron numerosos acuerdos comerciales; la Biblioteca Provincial, el Archivo de Brujas, el Centro de Información Provincial y el Punto de Información de Europa. No podíamos irnos sin contemplar la «Manhattan de Brujas».

Plaza Jan van Eyck 📌 Foto de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

Continuamos el paseo pasando por Spanjaardstraat (la calle de los españoles) para dirigirnos a Kruisvest y admirar los pintorescos molinos brujenses. Llegar a esta zona tranquila, verde, con un camino de adoquines perfectamente marcado que te lleva hacia los molinos, es, valga la redundancia, mágico.

Cuatro molinos llenan el parque de Kruisvest: Sint-Janshuismolen (el molino de San Juan) (1770), Bonne-chièremolen (1844), Nieuwe Papegaal (1790) y Koeleweimolen (1888). El primero es el más antiguo y el único que permanece en su lugar de origen. Los otros tres, más jóvenes pero no por ellos menos encantadores, fueron trasladados aquí formando este bonito conjunto enclaustrado en la naturaleza que nos ofrece una imagen totalmente distinta de Brujas. Por favor, ¿le puede faltar algún detalle a esta ciudad?

Puerta de la Santa Cruz 📌 Fotos de Visit Bruges | © Stad Brugge / Cel Fotografic

Kruisvest 📌 Foto de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

Paseamos entre gigantes brujenses cual Quijote y Sancho Panza, disfrutando del verde aroma a naturaleza. Apenas diez minutos que se transforman en treinta. Y en medio de casi nada, a orillas del río, Kruispoort gate (Puerta de la Santa Cruz). Puerta que Carlos V, Napoleón y el ejército alemán atravesó. Antaño defensora de esta ciudad, me resulta curiosa pues de cara a la ciudad y de cara al exterior parecen dos puertas distintas. La parte que da hacia Brujas cuenta con dos torres octogonales. Mientras que del otro lado podemos ver dos torres circulares conectadas con una especie de pasillo amurallado del que parece que podamos imaginar un puente levadizo que abría y cerraba esta entrada a la ciudad.

Ya terminando nuestro viaje, tomamos el camino de vuelta por Langestraat, quizá una de las calles más largas de Brujas. También es una de las más pintorescas según dicen, pero en cuanto a calles de Brujas, la verdad es que ninguna resulta insignificante. Sin lugar a dudas es por ello todo por lo que la ciudad es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Pasamos una última vez por el hotel para recoger nuestro ligero equipaje y despedirnos de Brujas de camino a la estación de tren. Un último trayecto invertido nos espera.

Hacemos una última parada, pues el viaje será largo y al menos no nos pillará con el estómago vacío. Paramos para comer en ‘t Bagientje. Cerca de la estación pero con vistas al canal, degustamos comida casera riquísima. Las raciones son muy abundantes, pero tampoco es cuestión de ir molestos en el viaje. Así que un par de buenas cervezas para brindar una última vez por esta experiencia y nos dejamos aconsejar por el menú para perdernos por la gastronomía belga.

Es por todo por lo que esta ciudad enamora. Es por ello que nos despedimos abrumados, por supuesto, de magia. De sabor a leyendas. De aroma a historia. De color a chocolate. De escuchar amor.

No, no es un cuento de brujas.
Brujas es el cuento.

Minnewaterpark 📌 Foto de Visit Bruges | © Jan D’Hondt

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